miércoles, 27 de enero de 2016

Así es un MAMIL (o el viajero a una lycra pegado). HOMBRES PEGADOS AL SILLÍN.




La industria turística se rinde definitivamente al nuevo perfil viajero: los MAMIL (Middle Aged Men in Lycra) o, lo que es igual, hombres de mediana edad adictos a las dos ruedas. Sólo en las visitas a España, se estima que la práctica de este deporte aumentará casi un 50% en este 2016. Viajar sí, pero embutidos en lycra.

Ni los concurridos cruceros, ni los clásicos paquetes de sol y playa. Lo que más crece en el panorama viajero es el turismo deportivo, aquel que hace de sudar la camiseta una poderosa razón para recorrer el mundo. Saltar a la otra punta para participar en una maratón, desafiar el mal de altura escalando un ochomil o someterse a los dictados de la nieve o el viento para apurar la temporada de esquí o entregarse a la adrenalina del kitesurf.

Está de moda viajar para hacer deporte al aire libre. Pero de todas las actividades estrella, hay una que se lleva la palma: el cicloturismo es, según los estudios, la práctica que más crece en el campo de los viajes. Sólo en España, se calcula que aumentará casi un 50 por ciento en este año recién inaugurado.

Hombres enganchados al sillín
Al hilo de esta tendencia está el perfil de los MAMIL o Middle Aged Men in Lycra. Un acrónimo que no es nuevo, pero cuya difusión actual confirma su momento de gloria. Acuñado hace un lustro por una empresa de análisis de mercado, el término hasta ha logrado hacerse un hueco en el Oxford Dictionary. La definición es muy clara: hombres de mediana edad que pedalean sobre bicicletas caras y que visten esas prendas ciclistas al más puro estilo de los profesionales.


MAMIL'S en su momento de gloria.

Los MAMIL son, en definitiva, esos viajeros enganchados a las dos ruedas, que tienen entre 35 y 55 años, que pasan horas interminables sobre el sillín y que se dejan una pasta gansa en equiparse como si cada día fuesen a ganar el Tour de Francia. Una obsesión que provoca no pocas situaciones de humor. El mismo Daily Mail publicó el mordaz reportaje The shame of being married to a MAMIL (La pena de estar casada con un MAMIL), en el que la autodenominada «viuda de un ciclista» arremetía sin pudor contra su ausente marido, al que sólo conseguía ver embutido en el famoso tejido.

Los que más gastan
Pero, hilaridad aparte, el filón que suponen los MAMIL no resulta nada desdeñable. Estudios realizados en Estados Unidos confirman que este tipo de viajeros gasta un 20 por ciento más que el turista convencional, dispuesto como está a pagar un extra por la posibilidad de entrenamiento. Algo muy similar a lo que hace una década acontecía con el ya denostado turismo de golf.

La industria, consciente de este nuevo target, no quiere dejar pasar su oportunidad lucrativa. Por eso dirige sus esfuerzos a contentar a este público. Medidas como la mejora de las infraestructuras para el uso de la bicicleta, el diseño de tours por el destino en cuestión o el lanzamiento de paquetes específicos que se adaptan a su demanda, confirman que el cicloturismo es algo más que un boom. Es la conquista definitiva de estos nuevos hombres en lycra.

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